A veces solemos pegarnos tanto al celular con conversaciones de texto, que nos convertimos en tóxicos sin darnos cuenta.
Imagina estar ocupado y no poder atender el celular en un momento, pero al regresar darte cuenta que tienes cientos de mensajes de la misma persona imaginándose cosas y acordándose de tu mamá.
Si mandas más de esta cantidad de mensajes de texto eres un tóxico ¡Cambia por favor!