Enamorarse de una maestra o de un maestro es algo tan natural y peligroso, como arrojarse de un avión sin paracaídas.
Solo algunos hombres pueden decir que han salido con sus maestras y se han enamorado, el resto de mortales nos hemos enamorado en silencio, sufriendo por las calificaciones de la materia y por el amor imposible de nuestra maestra.