Hay gente tan despistada que no merece ser mamá o papá, porque sus pobres hijos pagarán tarde o temprano de sus distracciones.
Imagina subirte a un Uber y encontrarte con un niño que piensas es del conductor y que el chofer piense que es tuyo... una confusión total que solo se solucionó cuando llamó la mamá del niño que lo había dejado olvidado en el carro.