Los niños de antes, o sea nosotros, solíamos hacerle mucho caso a nuestros papás, mientras que con nuestras madres nos divertíamos más.
Hoy en día padres y madres crían por igual, sin embargo, los mocosos insolentes suelen portarse muy mal bajo el cuidado de las madres y esperan a que llegue el padre para portarse mejor o aguantarse un par de nalgadas que los dejen quietos.